Desde que en 2004 Lina María partiera de su natal Colombia para iniciar una carrera internacional en artes plásticas, su vida trascurre entre Oslo, Medellín y San Francisco, lo que ha ampliado su horizonte hasta convertirse en un sello personal: la multiculturalidad. Una constante necesidad de encontrar su identidad mediante la creación de pintura e instalaciones.
Los cuadros son construidos a partir de capas de acrílico y pintura de aceite, las que juegan a encontrarse y desencontrarse sobre el lienzo hasta formar una composición coherente. Después de haber probado con la repetición de patrones y formas abstractas, surge la serie titulada American Panorama Room Series, donde el lenguaje visual se torna más arquitectónico. Las formas rectilíneas, la utilización de los espacios y de las proporciones, son los encargados de narrar esa ‘interioridad’ de la artista, en la que se mezcla la pasión de los colores latinos con estructuras más complejas.
Tomando referencias de las corrientes clásicas de la abstracción y el formalismo, Lina María abrasa en sus instalaciones una concepción pollockiana del arte, en la que celebra la improvisación y el azar como vehículos de expresión. Pero también toma aspectos del legado de Warhol o McGinness, buscando romper con la distinción entre pintura, decoración y diseño gráfico. Así, las instalaciones son un delicioso híbrido capaz de transmitir luminosidad, movimiento y glamur.
En la búsqueda de capturar la esencia del trabajo de Lina María, el director noruego Finn E. Bugge realizó el documental Dear Lina, una recopilación de los procesos artísticos y creativos que dan vida a las obras de la artista colombiana. www.linamariarincon.com